“TODOS
VOSOTROS SOIS HERMANOS. IDENTIDAD Y MISIÓN DEL RELIGIOSO HERMANO EN LA
IGLESIA"
1. Desde los primeros siglos del
cristianismo la vida consagrada ha sido sobre todo laical, expresión del vivo
deseo de hombres y mujeres de vivir el Evangelio con la radicalidad que propone
a todos los seguidores de Jesús. Aún hoy los miembros de la vida consagrada
laical -hombres y mujeres-, son una gran mayoría.
Hermano es
el nombre que tradicionalmente se ha dado al religioso laico[1] en
la Iglesia desde los comienzos de la vida consagrada. No le pertenece en
exclusiva, ciertamente, pero sí le representa de un modo significativo en la
comunidad eclesial en la que es memoria profética de Jesús-Hermano, quien
declaró a sus seguidores: «Y todos vosotros sois hermanos» (Mt 23,8)[2].
Este dicho
de Jesús nos lo trasmite Mateo en un contexto en el que Jesús se pronuncia
contra la hipocresía de quien usaba la religión para obtener privilegios y
gloria delante de los hombres. Pero el valor del logion va más allá del
contexto inmediato. El nombre de hermano/hermana subraya la dignidad común y la
igualdad fundamental de todos los creyentes, hijos en el Hijo del mismo Padre
celestial (cf. Mt 5,45), llamados a formar una fraternidad universal en Cristo,
el primogénito de muchos hermanos (cf. Rm 8,29).